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En la fachada principal de la escuela se puede leer un letrero que por lo borroso, pasó desapercibido durante los 40 años... diciendo:
PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN.
Ernesto Reiner, 1984
Puente del río, edificio del Ayuntamiento, ermita del Cortijo. Vista general desde el río y tres contrucciones emblemáticas.
Contaban los mayores que les habían contado que el puente del río está a medio pagar. Según la tradición, el cantero levantó el primer ojo, el que pega a la plaza, y cobró la mitad de lo ajustado; luego hizo el resto y en el momento de quitar las cimbrias del arco del segundo ojo sonó una especie de crujido. Pensando que se iba a venir abajo, aquella noche desapareció sin despedirse de nadie y sin cobrar. Y no volvió. El crujido sería de asentamiento, porque el puente sigue bien firme. Leyenda o historia, alguien con tiempo podría intentar documentarlo.
El edificio del Ayuntamiento en la plaza es, tal como figura en el documento de fundación de las escuelas (además del Ayuntamiento en estuvieron en él las escuelas hasta que se cerraron) un hermoso, sólido y capaz edificio "que á costa del caudal del difunto D. Juan Esteban de Elías se ha construído de nuevo con este objeto en dicha Villa, conforme al plano aprobado por la Real Academia de San Fernando, en el cual además de las salas espaciosas destinadas para las lecciones de niños y niñas, con absoluta separación é independencia la una de la otra, hay también habitaciones cómodas é independientes para dos maestros y una maestra." El 1 de marzo de 1824 fue el primer día "de escuela"; el último, un día cualquiera del mes de junio de 1979. Siglo y medio formando a las generaciones más jóvenes (y no tan jóvenes en la escuela de adultos que, en periodos concretos, funcionó en horario nocturno).
Y en la ermita de la Virgen del Cortijo, los olmos de la tradición, que nacen en el muro y cuyas raíces llegaban hasta la zona del altar. La enfermedad que barrió este tipo de árboles hace unos años, pudo también con ellos. Actualmente hay algunos brotes que intentan crecer. La espadaña añade altura a la colina y la remata. En el "cordal", buscando el cierzo suave del verano, pajares