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Ermita de San Martín
Pueblo de ermitas era Soto. Actualmente sólo una
permanece activa. Quedan ruinas de San Martín y El Campo y -a
principio del s. XXI- fue restaurada para otros usos la de San
Antón.
Hasta el primer tercio del siglo XX aún permanecían tres
dentro de la población: la que sigue activa coronando la colina,
Ntra. Sra. de Rosario (situada en la carretera), y San Blas (debajo de
la carretera a la entrada al pueblo; su edificio, no utilizado como
ermita hacía muchos años ya, fue derribado en el año 1998). El
resto estaba situado en los diversos caminos que unían Soto con
las poblaciones de las alturas: El Campo, en el camino de Luezas;
San Babilés, en el cruce del camino de Treguajantes y el de la
umbría; San Antón, en el camino de Treguajantes; y la que nos
ocupa: San Martín. Plantada en el camino a Trevijano, su pórtico -
rasgo típico de todo este segundo grupo de ermitas- podía dar
cobijo a viajeros y caballerías cuando eran sorprendidos por una
tormenta.
Si exceptuamos la ermita de la Virgen y la de El Campo, el
resto sólo tenía actividad un día al año, el día del santo al que
estaba dedicada. La fiesta de San Martín se celebraba el día 11 de
noviembre; el premio para los que subían, un bollo de pan.
Esta ermita “Se edificó a espensas de D. Antonio Elías
Romero año de 1876”, según figuraba en una inscripción. Pero -al
menos desde 1746- la ermita de San Martín, como el resto, había
recibido la “visita de de inspección” periódica por parte del
representante del obispo.
Por si algún día estás en Soto y quieres ver estos dibujos en los sitios donde fueron realizados.
Algunos han cambiado muy poco; otros, demasiado.