San Babilés
Pueblo de ermitas era Soto. Actualmente sólo una permanece activa. Quedan ruinas de San Martín y El Campo y -a principio del s. XXI- fue restaurada para otros usos la de San Antón.
En 1784, el visitador ya había mandado demoler la "Hermita de San Cristobal que está distante de esta villa media legua de mal camino", cosa que manda ejecutar a Dn. Jph Antonio Elías, así como que la "efixie del citado Santo la haga enterrar sigilosamente en paraxe que se ignore".
En 1795 visita la ermita titulada de Sn Francisco, "sita en el Centro de esta Villa", pero debido al estado de su interior "prohivia y prohivio se celebre en ella el santo sacrificio".
Hasta el primer tercio del siglo XX aún permanecían tres dentro de la población: la que sigue activa coronando la colina, Ntra. Sra. de Rosario (situada en la carretera) y San Blas (debajo de la carretera a la entrada al pueblo, su edificio -no utilizado como ermita hacía muchos años ya- fue derribado en el año 1998). El resto estaba situado en los diversos caminos que unían Soto con las poblaciones de las alturas: El Campo, en el camino de Luezas; San Martín, en el camino de Trevijano; San Antón, en el camino de Treguajantes; y la que nos ocupa: San Babilés. Estratégicamente colocada en un cruce de caminos (el de Treguajantes y el de la Umbría, que llevaba a las Alpujarras), su pórtico -rasgo típico de todo este segundo grupo de ermitas- podía dar cobijo a viajeros y caballerías cuando eran sorprendidos por una tormenta.
Si exceptuamos la ermita de la Virgen y la de El Campo, el resto sólo tenía actividad un día al año, el día del santo al que estaba dedicada. La fiesta de San Babilés se celebraba el día 24 de enero; apenas nadie subía hasta allí, pero el que lo hacía llevaba con él su bollo caliente de pan con chorizo que se agradecía. También se subía en las llamadas rogativas, allá por mayo. En este caso aún acudían menos personas.
Construcciones de piedra, iban revestidas de yeso por dentro y, en algunos casos, en parte de la fachada. Puede verse, en el pórtico, la función del corvo y los cabrios para sostener la cubierta.
Según consta en los libros de fábrica de la iglesia parroquial, en el año 1946 "se reedificó la Ermita de San Babilés, extramuros del pueblo, la que se hallaba
completamente arruinada; todos los gastos fueron por suscripción popular a excepción de mil quinientas pesetas que puso la Parroquia y las maderas donación del Ayuntamiento.
Se inauguró en Agosto del año mil novecientos cuarenta y siete con asistencia de casi todo el vecindario."
Por si algún día estás en Soto y quieres ver estos dibujos en los sitios donde fueron realizados.
Algunos han cambiado muy poco; otros, demasiado.