Por San Miguel se cata la miel;
quien no la catare, le amargare.
En algunas zonas, son de corcho; en otras, de paja tejida; en Soto los peones eran de mimbre (sin pelar muchas veces) y se utilizaban básicamente para la cría de enjambres. Porque para la producción de miel estaban los vasos, más accesibles a la hora de catar, tanto los que tenían bastidores como los que estaban limpios.
En el pueblo, la zona tradicional de colmenas era el término de San Martín, bien orientada al sol y protegida del viento norte. Pero no era raro ver transportar en caballerías peones y vasos, bien tapados y protegidos para que las abejas no saliesen hasta llegar a su destino en otro lugar de la amplia jurisdicción. Y, como dice el refrán, finales de septiembre y octubre era el momento de recoger la miel.