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A primera hora de la mañana sonaba el cuerno en varios puntos del pueblo: era el cabrero que llamaba para que
acudiesen la cabras que iban a salir en la cabrada. En los últimos años de su existencia iban de cabreros los propietarios,
de acuerdo con el número de cabezas que tuviesen. Pero antes (hasta los años 60 del siglo pasado) era una persona fija la encargada,
y cobraba por ello. Los pastores de ovejas también llevaban en sus rebaños algunas cabras (las propias). Hasta mil cabras había declaradas en 1951.
La cabrada volvía al atardecer. Los rebaños de ovejas, algunos; pero otros podían dormir en algunos de los corrales que se dispersaban por toda la jurisdicción. Leche, lana y carne (corderos y cabritos) era la producción.
La leche era para autoconsumo; la sobrante se vendía por las casas que no disponían de cabras o se convertía en queso.