Y vale el refrán lo mismo para las huertas. Algunas había que tenían su manantial
dentro; las más abundantes están situadas en las terrazas del río, a ambas márgenes y se regaron históricamente
con aguas de las numerosas acequias que movían molinos y batanes a lo largo del cauce. En algunos casos, había huertas situadas
a mayor altura que el regadío y era necesaria una noria (de mano o de caballería) para subir el agua.
Huertos (de menor extensión y habitualmente delimitados por paredes) los hay muy repartidos dentro del pueblo y por algunos barrancos.
Destacan los de San Antón y los que jalonaban el barranco del Aido desde del casco urbano hasta Los Regueros.
En este apartado hemos recogido algunos de los utensilios y herramientas que se utilizaban (y que siguen empleándose
en su mayor parte).