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Secano, regadío y regadío a sangre
Agradecemos la ayuda que nos ha prestado Gregorio Río a la hora de redactar estas líneas.
Norias de rosario en Soto
El artículo que sigue sobre las norias de Soto fue publicado en el número 16 de la revista ARCES en agosto de 2021. Quiere recoger la memoria de estos ingenios hidráulicos que ayudaron a regar huertas a las que no llegaba el agua por su propio peso.
Pero las norias eran pocas en Soto. El agua llegaba a las parcelas, en su inmensa mayoría, por su propio peso.
Huertos en Las Tercianas, huertas en El Cardial
Que dejaron de cultivarse, como en otros términos. Pero en los tiempos de presión demográfica en Soto, cualquier parcela con acceso posible al agua podía convertirse en una finca de regadío. Por eso a lo largo del barranco del Aido nacieron al menos cinco regadíos que llevaban el agua a otros tantos grupos de huertos y a alguna huerta; eso sin contar los que se regaban con la que brotaba de la fuente de los Caños. Pero había manchas verdes donde sigue habiendo hoy, aunque mucho más extensas antiguamente, y las había también en otros parajes donde hoy han dejado de cultivarse muchas parcelas: Las Tercianas, Valdepajarilla, La Alcabana... Hasta los huertos de San Martín tuvieron su regadío, que nacía un poco más arriba de la ermita, en el barranco de Trevijano. Sin tener en cuenta que algunas fincas disponían para regar de una fuente que nacía en la misma parcela, donde había un barranco podía haber un huerto o, si era grande, una huerta. Las terrazas del río (y parcelas más elevadas) eran terreno totalmente aprovechado con sus huertas dispuestas a derecha e izquierda del cauce: Cillas (desaparecida ahora bajo la presa del Leza), El Molinacho, Los Manzanos, San Miguel, El Cardial, Pajero y La Alcabana, La Redonda, La Cuerda, Los Tintes, Palomeras...). Cada una con acceso al agua del Leza que llegaba por medio de largas acequias. Fueron acequias que antiguamente habían acabado en un molino, un batán…, en una máquina hidráulica. Luego algunas se convirtieron en regadíos, otras desaparecieron… Pero la presión demográfica pudo tanto que llegaron a habilitarse como huertas parcelas que quedaban por encima de esos regadíos o acequias. Y como aún no existían las motobombas, tuvo que trabajar la noria, “rosario hidráulico” en su nombre técnico; mejor dicho, la persona o el animal que la movía.
Con la despoblación, fueron abandonándose parcelas; empezando por aquellas que peor acceso tenían. Si ponemos como ejemplo La Cuerda, término cercano al pueblo, de las más de dos hectáreas que llegaron a regarse, actualmente solo están cultivados poco más de 7000m2. O dicho de otra forma, de las treinta y dos parcelas catastrales (hay huertas formadas por varias), actualmente figuran en la Comunidad de regantes de Soto solo dieciocho. Dos de esas huertas se regaron hasta los años 60 del siglo pasado con sendas norias.
“Una huerta de regadío a sangre”
Un poco exagerada es esta expresión que se empleaba en los documentos de compraventa para describir las huertas que no recibían el agua de riego por su propio peso: debía intervenir un animal o una persona para mover la máquina utilizada para regar; de ahí lo de “a sangre”. Pero está claro que el esfuerzo que exigía ese riego no tenía nada que ver con el (in)necesario en el resto de huertas y huertos, que tomaban el agua directamente de la acequia o regadío correspondiente porque estaban por debajo de ellos. Así que exagerada la expresión sí es, pero algo de verdad tenía.
A mediados de siglo XX, funcionaban en Soto cinco norias alimentadas con agua del río Leza: una en el término de San Miguel, que tomaba el agua del regadío del mismo nombre; dos en el término de La Cuerda, alimentadas con agua de la acequia del molino de Juan y de la Electra “María”(Electra “Milagros” más tarde), y otras dos aguas abajo del puente: una en la llamada “Huerta del cuartel”, en los terrenos que hoy ocupa el polideportivo, y otra un poco más adelante; ambas tomaban el agua del regadío que nacía a la altura del puente, discurría por la margen izquierda del río y luego regaba la huerta de Gaspar. Por cierto que, durante varios veranos, este regadío ayudó también a extraer la esencia de espliego enfriando el serpentín por el que pasaba el vapor de la caldera en la que se cocía esa planta aromática a orillas del río.
De esas cinco norias, una era movida por un animal (el caballo de Toribio que llevaba “Marchena” hasta que la noria dejó de funcionar) y las otras cuatro eran norias de mano, movidas por una persona.
Contar sin trampas
En las norias de mano, doscientas podían ser las vueltas estipuladas (los pequeños con cincuenta cumplían su vez): veinte con la derecha, veinte con la izquierda, treinta con las dos manos...; un poco más lento, más rápido… Cada uno se organizaba de la mejor manera para cansarse lo menos posible. Porque era pesado el trabajo.
La tarea previa al riego consistía en preparar la parada en la acequia o regadío. De la parada –al aire hasta la casilla en unos casos y mediante una conducción bajo tierra en otros- el agua llegaba al pozo de la noria. El nivel del agua en el pozo era el nivel de la balsa que se hacía en la acequia. La tierra que se debía regar estaba unos dos metros más alta. Ese desnivel es el que se salvaba mediante la noria; mediante la noria y el esfuerzo de la persona que la hacía girar. Que no era excesivo cuando había varias personas disponibles, pero que tuvo que ser enorme cuando solo había uno para mover la noria y, a la vez, abrir las paradas de riego; en esos casos, el labrador tenía calculadas las vueltas que necesitaba la noria para cada parada. Cuando eran varias personas, dadas las doscientas vueltas tocaba descansar esperando el nuevo turno.
Varios tipos de noria
Una primera clasificación nos deja las norias movidas a sangre y las movidas mediante la fuerza del agua. Y en las primeras podemos distinguir las movidas mediante el trabajo de un animal (burro, mulo o caballo) y las que eran giradas por una persona.
Una segunda nos las separa en dos grupos de acuerdo a la forma de la máquina: unas son las formadas por dos ruedas que engranan: una horizontal, que es la que mueve el animal y otra vertical, con los cangilones, que es la que sube el agua. Un segundo modelo es la noria que, en vez de una segunda rueda grande que llega hasta el pozo, tiene una rueda pequeña que mueve una cadena con los cangilones. Y la menos común es la noria de pistones movida por una persona y con solo una rueda o “tambor”. Esta es la que queremos recordar en este artículo, porque fueron las típicas de Soto.
Las norias de rosario en Soto
En otros sitios del sur de España constan norias de rosario hechas con cuerdas y cangilones o pistones. Incluso con pistones de tabla; en este caso, dado su poco peso, necesitaban –además del tambor superior- de otro tambor bajo el agua para mantener tensa la cuerda y que así pudiese moverse de forma correcta a través del tubo, sobre todo en el caso de tubos que no ascendían en vertical sino en inclinado. En nuestro caso, al tener una pesada cadena de hierro y tubo vertical bastaba con el tambor de arriba.
Así eran…
La ilustración representa el “rosario hidráulico” o noria de mano que hubo en cuatro huertas de Soto.
Un pozo (1) circular o no, con paredes de piedra de una profundidad de entre 2 y cuatro metros. El nivel del agua coincidía con el de la acequia que lo alimentaba y era varios metros inferior al de la huerta.
Un tubo (2) metálico de unos 65mm de diámetro interior, sujeto a la pared del pozo, que estaba sumergido unos 60cm y terminaba arriba en una canal que conducía el agua desde la casilla a la huerta.
Un bastidor (3) de madera (o dos maderos paralelos de pared a pared) que era el que aguantaba el peso de toda la noria.
Dos cojinetes (4) de dura madera atornillados al bastidor o a los maderos, siempre negros porque siempre estaban bien engrasados. Sobre ellos apoyaba y giraba el eje del tambor.
El tambor (5) formado por dos gruesos círculos de madera reforzados y protegidos por una gruesa chapa de metal en el centro, montados sobre un eje de hierro y unidos/separados entre ellos por unos tirantes también de hierro sobre los que apoyaba la cadena.
Una cadena (6) cerrada que iba sobre el tambor, se descolgaba hasta el pozo (hasta unos 50cm por debajo del tubo metálico) y ascendía por ese tubo hasta llegar de nuevo al tambor. La cadena estaba formada por gruesos eslabones de hierro de unos 10cm. Cada cinco o seis eslabones (medio metro aproximadamente), un eslabón especial incluía un pistón de hierro y una arandela de goma de diámetro un poco menor que el del tubo. El pistón le daba fuerza y la goma cierta estanqueidad. Aún así la ratio de eficiencia siempre se quedaba lejos del ideal.
Y la manivela (7), para mover el tambor. Podían colocarse dos, una a cada extremo del eje, aunque solía ser solo una persona la que manejaba la noria.
Y así funcionaban
El sistema era sencillo, pero bien pensado. Siempre que el pozo estuviese lleno (nivel de la acequia que lo alimentaba) la parte inferior del tubo, sumergida, estaba llena de agua. Cuando el tambor comenzaba a girar, la cadena hacía lo mismo. Cuando un pistón con su goma entraba en el tubo, impulsaba el agua hacia arriba; lo mismo hacían el segundo pistón, el tercero, el cuarto…: así el agua llegaba al extremo de arriba, salía a la canal y quedaba disponible al nivel de la huerta, que era lo que se necesitaba. Y así seguiría mientras el giro de la noria no se detuviese. O se acabase el agua el pozo y hubiera que esperar a que se llenase de nuevo; cosa que solía ocurrir.
De 50 a 2500 rpm
De las cinco norias que había en Soto en los años 50 del siglo pasado, tres dejaron de funcionar al ser abandonadas sus huertas. A las dos restantes les ocurrió lo mismo cuando fueron sustituidas por una motobomba.
Hablando de norias, hay un refrán que dice “Noria hundida, huerta perdida” y otro que afirma que “Noria no usada, noria arruinada”. El primero hay que aplicarlo aquí al revés: al abandonarse la huerta, se hundió la noria; el segundo sí se cumplió en sus términos. Las norias de Soto solo quedan ya en el recuerdo. Sirvan estas líneas para que ese recuerdo no termine de borrarse.
Para terminar, como una imagen vale más que mil palabras y un vídeo más que tres mil, en el siguiente enlace puede verse en funcionamiento una noria de rosario en miniatura, similar a las que hemos descrito en este artículo: https://www.youtube.com/watch?v=dxImjg13VDM