El río está seco, como corresponde a los meses de verano; pero del cárcavo del molino sale el agua que a través de la acequia que pasa por el pozo de la Peña hueca llega de aguas arriba. La misma agua era aprovechada por varios molinos y la cubada de uno servía para llenar el cubo del siguiente, que en este caso estaba un poco más abajo, en la margen izquierda del río. Porque en verano, para poder moler, había que esperar a que se llenase.
Arriba, debajo de la carretera vieja, se ve una de las 10 eras que, para ahorrar tiempo, había dispersas por toda la jurisdicción. Aparte de su función natural, sirvió muchas veces (en los años 30, por ejemplo) como destino de las excursiones que, la tarde de los jueves, hacían las niñas de la escuela.
Y el sitio no puede ser más espectacular: comienzo de la Cárcara, arranque del Cañón del río Leza. Las paredes que sujetan la poca tierra a la pendiente hacen que todo el monte parezca una inmensa escalera. Un buen recorrido por estos parajes se hace cuando se va a las huellas de los dinosaurios.