El cuartel de la Guardia Civil estuvo en funcionamiento hasta los primeros años cincuenta. Eran entonces cinco números más un cabo y estaban a cargo de una amplia zona de la sierra. El cuartel era un enorme caserón en el que vivían los guardias con sus familias. En la foto se ve la inmensa solana de seis arcos bajo el tejado a dos aguas; había mucha ropa que tender o frutos que secar, no cabe duda.
A ambos lados del río, sendos regadíos que llegaban hasta las últimas huertas de Soto; uno nacía en el pozo del Molino y el otro en el Mateíto. El de la izquierda ayudó, alrededor del año 60, a extraer esencia de lavanda. Se segaba el espliego -abundante en el término- y en una enorme caldera cerrada se cocía; el vapor atravesaba un alambique sumergido en ese regadío y se recogía en un recipiente como agua y esencia de lavanda que flotaba sobre ella.
Al fondo, en el río, se ven las paredes de lo que fue una de las últimas fábricas de paños; y arriba, la primera de las eras de la Cuesta.